lunes, 30 de julio de 2012

Divinas de la muerte



Este verano se cumplen dos años de la aparición de las Monster High, unas muñecas que llegaron para arrasar con todo.
Son unas fashion dolls diferentes, que representan a los hijos y las hijas de los monstruos clásicos, adolescentes que van juntos al instituto Monster.
Ahí están la hija de Frankenstein, la hija del Conde Drácula, los hijos del Hombre Lobo, las hijas de La Momia, el hijo de Medusa, y un largo etcétera. Todos muy estilosos y muy monstruosos.

Es cierto que en cuanto las vi me parecieron divertidas y originales, al menos más que cualquier otra muñeca maniquí actual, pero no me apetecía caer rendida ante ellas y verme coleccionando todos los personajes.
Gustan por igual a niñas y a niños, y a grandes también. De hecho conocí antes a coleccionistas adultos que se habían lanzado a las Monster High, en plural.

Pero tras todo este tiempo observándolas desde una prudente distancia, ha llegado a casa un pack de dos: Draculaura & Clawd Wolf, el regalo de cumpleaños de los abuelos a mi hijo.
Y ya está.
Yo creía tener el control, pensaba que era suficiente con ver de vez en cuando un episodio de la serie y apartar la vista de los escaparates de las jugueterías.
Me equivocaba.


Tengo que confesar que me sorprendí a mi misma sufriendo al ver cómo niños de cuatro y cinco años destrozaban la caja para sacar los muñecos. Además me tuve que esforzar para reprimir uno o dos -¡no!- al ver de qué manera arrancaban zapatos y ropa.

Al acabar el día, sin testigos, cogí a Draculaura para peinarla y adecentarla y supe en ese momento que la infecciosa fiebre por las Monster High me había contagiado.
Es que son divinas de la muerte, ¿verdad?