jueves, 28 de febrero de 2013

Aniversario de porcelana

En este año 2013, concretamente el próximo verano, se cumplen 20 años desde mi inicio consciente en esto del coleccionismo de muñecas.
El vigésimo aniversario, si habláramos de bodas, corresponde a las bodas de porcelana.

Ya que la porcelana, históricamente, ha sido uno de los principales materiales usados en la fabricación de muñecas, el aniversario de porcelana tiene un bonito doble sentido para mí.

Había dejado atrás la infancia y me encontraba en plena adolescencia, a los diecisiete años, cuando compré dos muñecas con la intención de sumarlas a otras dos que mi madre me había donado a principios de verano  en 1993. Ella era maestra y recibió de sus alumnos, como regalo de despedida de fin de curso, dos muñequitas de porcelana fría.

A mí nunca me habían dejado de gustar las muñecas, pero lejos de las de plástico con las que jugaba de niña, mi fascinación era por las antiguas muñecas de porcelana (a raíz de esta fotografía que comenté cuando empecé el blog). Dado que ese tipo de porcelana era inalcanzable para mí en aquella época, me conformaba con leer y aprender sobre ellas.

Cuando mi madre vino a casa el último día del curso escolar, con una gran sonrisa me dijo: "traigo algo que te gustará". Así fue. Esas dos muñequitas, una rubia con vestido azul y una morena con vestido rosa, me tuvieron embelesada durante días.
Las estudié bien, ví como montaba el cuerpo, las piezas de porcelana, cómo iba la peluca, cómo era la pintura de los rasgos. Pensé que me gustaría tener más muñecas así y también que quería aprender a hacerlas. Ambos objetivos, cumplidos.

A las pocas semanas fui a pasar un mes a Irlanda, de esos viajes de estudiante en casa de una familia del país. Fue una estancia enriquecedora en muchos sentidos, y la primera de varias... pero eso vale otra entrada u otro blog.
La cuestión es que de allí volví con dos muñecas más. Me traje una vestida de blanco, con pelo castaño y una pelirroja autómata, que toca el violín al darle cuerda. Fueron mis dos primeras compras deliberadas, a las que seguirían muchas más.

Aquel verano fotografié las cuatro muñecas juntas. Cuando las cámaras de fotos iban con carrete que se llevaba a revelar. Y aquí tenemos esa imagen de hace veinte años, la primera de las fotos que hice a mi colección:

En mi vieja habitación, a los lados de la cama, las muñecas donadas por mi madre y en el centro, las irlandesas.

Cabe decir que hace tiempo dejé de incluir muñecas de este tipo de porcelana en mi colección, pero no reniego de las que tengo y, por descontado, estas cuatro siempre serán muy especiales por su significado.