De lo que leí y ví, me interesó especialmente la muñeca de fieltro de los años 20 y 30 -para mi gusto tan bella como la Lenci italiana-, así como las muñecas de rhodoïd, de mitad del siglo XX.
Se da la circunstancia de que yo pacté un precio con el compañero de la vendedora y cuando, al cabo de un rato, fui a recoger la muñeca, la señora admitió que su acompañante había sido demasiado generoso para su gusto, pero que no lo quedaba más remedio que respetar lo acordado.
Desconozco si el modelo de muñeca tiene nombre conocido pues, de tenerlo, no he dado con él, y aunque no viste ropa original, me gustó su gesto y sus ojos flirty.
Resulta que una amiga francesa me acompañó esta vez y me asistió en el entendimento con el nuevo vendedor.
Fue un momento memorable y divertido. El resultado, óptimo: otra bella Raynal, esta vez con su vestido original, del que prende el logo de la marca, y su colgante en forma de corazón, también de origen, con la palabra Raynal grabada en el reverso.
Cuando tenga la oportunidad, seguiré leyendo y aprendiendo de la historia de este fabricante, del que afortunadamente existen varios libros, uno de los cuales tiene como portada esta bonita foto:
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