lunes, 28 de febrero de 2011

Sidika de Himstedt

Hubo un tiempo en que sentí curiosidad por los y las artistas de muñecas. La cosa se remonta a mediados de los 90 cuando una revista dominical de las que acompañan a los periódicos dedicó un reportaje a muñecas de artista, espectaculares piezas de colección tanto por su belleza como por su precio.
Mucho me llamaron la atención esas muñecas así que recorté las fotografías, las cuales conservo en una cajita de cartón: Jerteh de Philip Heath - 193.000 pts., Rosel de Karin Schmidt - 68.000 pts., Susanna de Sabine Esche - 72.000 pts y varias más.

Descubrí por aquel entonces, en mi ciudad, un par de tiendas que comercializan tal tipo de muñecas, pero fue en 2004 cuando me interesé por Annette Himstedt, al conocer a una amiga coleccionista "devota" de la artista, quien me enseñó en directo una de sus creaciones.
Las muñecas Himstedt son fáciles de identificar, por sus facciones tan características, siendo muy similares todas.

Sidika by A. Himstedt

Así como hay colecciones que no me han llegado a calar, otras sin embargo las encuentro muy completas, como "World's children" del año 2005.
A ese catálogo pertenece Sidika, una niña de la India.
Es de las pequeñas de la colección, y eso que mide 73 cm.

Sidika by A. Himstedt

viernes, 18 de febrero de 2011

Una damigella molto carina

Siempre he tendido a subestimar las muñecas de tela.
Ya de niña prefería las muñecas de cuerpo rígido pues podía manipularlas mejor y hacerles mantener la posición.

Cuando me entró la curiosidad coleccionista, procuré librarme de antipatías o manías para comenzar a explorar muñecas desconocidas para mí.
Aún siendo de fieltro, las muñecas de Madame Lenci me cautivaron: pequeñas y coloridas obras de artesanía, encandiladoras expresiones, ropas fabulosas.
¿Cómo no rendirse ante ellas?
lenci 3 lenci 4 lenci 1 Lenci 6

Durante el verano de 2005, en una escapada romántica a Venecia (¿de qué otro tipo si no pueden ser las escapadas a esa ciudad?), pude realizar el sueño de adquirir una muñeca de panno Lenci.
Cumplidas las visitas turísticas, nos fuimos alejando del bullicio para adentrarnos en una zona más tranquila, apartada de los viajeros.
Sin canales, donde las calles estaban vacías y silenciosas, y las puertas de las casas abiertas, descubrimos aquel anticuario en el cual me estaba esperando la bella damisela.

LenciRecuerdo dos muñecas pequeñas y un Pierrot en la ventana que hacía de escaparate.

Una vez dentro, entre muebles y cristal de Murano, sobresalía una muñeca Lenci excepcional, con enorme sombrero, guantes y vestido rojo, liga en el muslo y cigarrillo en la mano.
Imposible no admirarla.

Como su antagonista, justo enfrente, la dulce muchachita rubia con vestido rosa de organdí y una extraordinaria pamela.




Ella fue la elegida.

Zapatitos negros de tacón.
Flores de fieltro aplicadas en la falda de mil volúmenes.
Elaborado peinado trenzado.
Mirada melancólica.

Una preciosa Lenci de los años 20 del siglo pasado.